2008. Andrés Pajares es detenido en el bufete de sus abogados de Madrid, donde entró muy alterado disfrazado con una gorra y un bigote, un arma falsa y un 'spray' antiviolador. Es el último desvarío de una vieja gloria del cine que en ese momento era carne de cañón de la prensa del corazón. Un hombre al le costaba vocalizar y que se paseaba por los platós de televisión peleando con su mujer, con sus hijos, con todo el mundo.