Pingu es despertado por el despertador, y lo saca de la mesa intentando apagarlo. El reloj se detiene, y Pingu se acurruca de nuevo bajo la manta. La madre llama a Pinga y él a venir a desayunar. Pinga se levanta, ve a Pingu todavía acurrucado en la cama y se apresura a decirle a la madre. La madre vuelve a llamar, y Pingu se levanta dormida. Se estira, y luego tropieza con el reloj roto, cayendo de bruces, lo que divierte a Pinga. Entra al baño para lavarse los dientes y luego rompe una taza mientras trata de bajarla del estante. La madre, que ha estado poniendo el almuerzo de Pingu en su mochila, le dice que es demasiado tarde para desayunar y lo envía a la escuela. El padre se va justo cuando Pingu sale, así que no puede levantarse y tiene que subirse a su trineo en su propio vapor. En el camino a la escuela, golpea un golpe en la nieve y se tira del trineo (que se rompe), aterrizando de cabeza en la nieve. En la escuela, se duerme durante la lección, y el resto de la clase se ríe de él cuando tiene que ser despertado. Cuando llega a casa, tira su bolsa sobre la mesa y luego expresa su frustración saltando y sentándose en el conejo de Pinga. Pinga no puede sacarlo del conejo, así que va y le dice a la madre. La madre le pregunta a Pingu qué está mal, pero él no puede responder, y le da a Pinga una paleta de hielo para animarla. Pingu quiere tener una lamida pero Pinga no lo deja. Pingu le suplica a la madre, que cede y le da un helado. Mientras se está metiendo, el helado cae del cono y cae al suelo. Pinga se ríe, ya que su paleta de hielo todavía está bien. Pingu está molesto, pero recoge el helado y lo vuelve a poner en el cono. Pinga gira para salir, tropieza con el reloj y deja caer su paleta de hielo, que se derrite. Ella le pregunta a Pingu si puede tomar un poco de su helado, pero él no la deja, así que lo persigue por la habitación, y Pingu la está molestando al alargarle el cono y luego retirarlo.