El abuelo oculta la silla de ruedas en el armario, por lo que Clara ya no está a la vista. Los ejercicios de la niña continúan, hasta que, tratando de caminar sola, pierde el equilibrio y cae. Clara vuelve a desanimarse y la mañana siguiente, un poco de caminar y un poco en secreto va hasta el armario para conseguir su silla de ruedas, pero un mal movimiento hace que ruede su silla de la pendiente hasta que se rompa con una roca Es en este punto que Clara se da cuenta de que ahora ha cortado sus puentes con el pasado y ya no puede volver atrás. Ya no tendra la silla de ruedas, lo odiaba pero era tan reconfortante, ahora debería tener que hacerlo solo. Es como si la jaula de su canario Hanz finalmente se hubiera roto y no pudiera hacer otra cosa que volar.